Gratitud

 

Henrietta Swan Leavitt (Wikipedia)

 

Que mis primeras palabras en este espacio sean para ti, Henrietta… y para esas personas que me condujeron hasta tus estrellas, mis compañeros de esta casa.

 

Querida Henrietta:

Son muchas las noches en que me parece verte mientras el refulgente centelleo de las estrellas me acompaña.

Me pregunto qué extraña y cromática melodía resonaba en tus ojos al alzar la vista al firmamento… ¿Acaso el cántico de los astros acompasaba tus pasos hacia la colina del observatorio?

El gran refractor conoce tus secretos…

¿Cuántas estrellas quedaron registradas en la retina de tus ojos sin que nadie las viera, Henrietta?… Mas fueron testigos de tus incesantes batallas entre desgarradores desafíos …

Quizás los mejores archivos para conocerte se encuentren en los celajes perennes que pueblan los sueños…

Noche tras noche, estrella tras estrella, placa tras placa. ¿Qué pensabas Henrietta? ¿y tus sueños con qué cefeida se alineaban, cuando absorta en tu trabajo, concentrabas tus sentidos, acompasando puntos con estrellas?

Querida Henrietta… ¿Cuáles son ahora, en este preciso instante, tus coordenadas?, ¿en qué variable te encuentras? …

Hoy más que nunca necesito encontrarte. Te presiento. Percibo que el brillo de un astro se escapa de tu cielo y viene hasta aquí…

¿Hacia dónde he de mirar cuando mis párpados hendidos en la más negra de las soledades no avistan tu destello?

¿Quién ha dicho que has muerto, Henrietta?

Nunca has dejado de brillar… ni tras aquella mañana gélida de invierno de 1921…

Tú seguías midiendo la magnitud de las estrellas desde otro espacio… Solo había que contemplarte… y del silencio renacerían esas palabras que nunca escribiste en ningún cuaderno… Solo había que perderse, expandirse entre los puntos infinitos de tu alma luchadora…